22.6.11

No es necesario que seas perfecto, que seas invencible, que jamás te permitas una equivocación, un momento de duda.
¿Quién te dijo que tenés la permanente obligación de ser un triunfador?
¿Quién te dijo que admitir un error o estar enfermo te hace ser menos?
¿Por qué te cuesta tanto pedir ayuda, darle unas vacaciones a tu orgullo?
Aunque te duela esto, te lo voy a decir: nadie está pendiente solamente de vos.
Todos tienen sus propios problemas, sus propios intereses, y aunque te sientas el ombligo del universo, esa impresión es solamente tuya, ninguno la comparte. Porque cada persona es un pequeño mundo que alberga lo que ama y protege sus pertenencias y sus conveniencias. Y para ellas serás o no importante en cuanto te necesiten para que su pequeño mundo prospere.
Yo sé que te enseñaron que no hay que llorar, que no debes quejarte.
Yo sé que te inculcaron que estás hecho para las “grandes cosas” .
Y todo eso es una carga demasiado pesada y agobiante que te gasta y exige, que te endurece el corazón y le pone un cerco de espinas a tu espíritu. Crees que te engrandecés, cuando en realidad te convertís en una estatua. Y la soberbia, en vez de hacerte crecer, te empequeñece, te roba los más tontos sueños, las alegrías de todos los días que van haciendo la felicidad.
No seas tu juez. Date tregua. Date permiso para volver a la infancia.
No corras la carrera interminable de la competencia, que te sofoca .
No te impongas metas imposibles.
Animate a quererte aunque fracases, a darte otras oportunidades de empezar cuando no ganes. Atrevete a creer que quien te quiere, no te quiere por lo importante que sos, sino por tu comprensión , por tu forma de recibir y compartir las alegrías y tristezas, por tu sinceridad para admitir tus límites y tus debilidades.
Vivir es conocer la importancia de las cosas obvias, sonreír observando la lluvia, acariciar a un perro de la calle. Al aflojar los puños apretados, alaflojar el alma y darle cuerda a la emoción, vas a encontrarte con una gransorpresa: mirarás por el espejo y verás reflejado en él a alguien mucho más grande, alguien en letras mayúsculas.

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